miércoles, 27 de noviembre de 2013

                         

             LA BRUJA COTUFA

 
Era la bruja cotufa una bruja payasa que siempre iba pintarrajeada con coloretes en sus carrillos y que no paraba de comer chufas porque le gustaban mucho.

Una vez le preguntaron:

Oye, cotufa, a ti qué te gusta más ¿comer niños o comer chufas?  

Y ella respondió:

Una vez que quise morder a una niña estaba muy dura y más bien salada. Desde entonces me dedico a las cotufas que están más dulces y saben a horchata.

Y con la escoba ¿vuelas?

Qué va, con la escoba barro mi casita. Esto no me acuerdo si es de otro cuento así que colorín colorado éste sí que se ha acabado.

lunes, 25 de noviembre de 2013


 EL TEJÓN

En un bosque de hayas y robles había un grupo de tejones amigos que no les gustaba que se acercaran otros tejones a su territorio. Por eso, con sus heces y su orina señalaban el terreno por donde pasaban como hacen los perros.

Don hocico era el jefe de la manada y con su pareja doña rayada todos los años tenían una camada de cuatro o cinco tejones jóvenes ( Por cierto que nacen ciegos y sin pelo pero son cuidados por su madre que los amamanta y asea en la tejonera ).

Aquí quería llegar, queridas nietas, porque las tejoneras, que los tejones escarban con su hocico, están consideradas como las catedrales del reino animal. Las hay con centenares de metros y lo más asombroso con varios siglos de existencia pues los tejones las van cediendo a sus hijos dominantes de generación en generación.

Es difícil ver a los tejones pues sólo salen al anochecer y eso siempre que no haya mucha luz de luna, pero existen en la fauna española aunque estén algo amenazados de extinción.

Y lo que también se ha extinguido es este cuento sobre los tejones y sus madrigueras; ya no cabe ni el colorín colorado.

 

domingo, 10 de noviembre de 2013

De cuentos para mis nietas.


                                 EL ROBLE

En un pueblecito en el que llovía mucho había un roble muy grande con muchas ramas y muchas hojas. Todos los vecinos en Navidad se reunían junto al árbol para celebrar las fiestas y entregar los regalos a sus hijos e hijas.

Un año el árbol que era muy viejo se murió y perdió todas sus hojas. Las niñas y niños del pueblo creyeron que ya ese año no tendrían regalos y se pusieron muy tristes pero todas las mujeres y los hombres del pueblo se pusieron de acuerdo y encontraron una solución estupenda: Fueron al bosque y buscaron otro roble parecido y haciendo una zanja grande a su alrededor para no dañar sus raíces lo trasplantaron hasta un gran hoyo que hicieron en el centro de la plaza del pueblo.

Allí es donde ahora se entregan los regalos a las niñas y los niños de ese bonito lugar y colorín colorado este cuento se ha acabado.

martes, 5 de noviembre de 2013

Nuestra tragedia


A mi hija Concha que ya no nos oye ni nos ve

Se rompieron los cristales
En los altos corredores de la  muerte
Mil cantos de lechuza
Retumbaron en mis sienes

Quedé yerto
Sin comprenderlo
Y un terrible llanto
Vacío de gemidos
Estalló en nuestro cerebro
Como una astilla envenenada
Plena de rabia
Totalmente emponzoñada


Así fue
Como os lo cuento
Inverosímil pero cierto

No es posible ya que los ruiseñores
Sigan existiendo
Ni que una mariposa cenicienta
Nos amargue
Para siempre noche y día
Nuestra triste y absurda supervivencia
Sin estar tú, Concha, hija mía

              Madrid  5 de noviembre de 2013

sábado, 19 de octubre de 2013

NUNCA


Nunca supe de verdad
Lo que significaba nunca

Nunca imaginé que pudiera abofetearme
Esta horrorosa noticia:

Mi hija Concha ha muerto de repente
Y aunque sigo sin poder creérmelo

Ya nunca volveré a verla ni a besarla
Nunca podré estar con ella

Ni disfrutar nunca más con su presencia
Estaba lejos allí en Asturias con sus hijas

Pero al menos la podía ver en navidades
Y hablar con ella por el móvil

Ahora en cambio ya todo
Sólo es nunca

Por eso aborrezco con todo mi ser
La horrorosa y cruel palabra nunca

Y en mi cabeza estalla con dolor
La terrible y siniestra repetición

Nunca nunca nunca

 

                           Madrid  octubre 2013

martes, 15 de octubre de 2013

Vejez no resignada


Por los resquicios
Del tortuoso laberinto de mis ideas

Me irrumpen como relámpagos
Ansias de juventud

Tan imposibles  y desesperadas

Que sólo logran que mi mente
Calenturienta y desnortada

Se embadurne de más soledad
Y de esta mi vejez nunca resignada


Me duelen los recuerdos
De una vida cuajada de derrotas

Me atormenta la raíz morbosa
De esas penas y dolores

Que rodearon siempre
Permanentemente

Mis escuálidas victorias
 

Y sin embargo...
No puedo negar que también existen
Días de paz y de consuelo

Por el cariño de mi querida gente 
Mas del que no me sé saciar

Porque me encuentro hambriento

 

                           Madrid  octubre de 2013

sábado, 21 de septiembre de 2013

El sueño


Una vez
En estos ya anacrónicos días de mi existencia
 
Soñé como canta el poeta

Que volvían ¡bendita ilusión!

Aquellos rayos de luz

Anteriores al tesoro de mi dorada juventud

Despertaba

Pero el sueño seguía

Y mis horas confusas, surrealistas

Ante tamaña, imposible e irreal evidencia

Navegaban pletóricas

Como resucitadas

En el niño que hace tantos años fui

La fantasía de mi mente hoy ha perdido

Estas flores utópicas sin estridencia

Pero un regusto salobre

Pleno de melancolía

Acompaña mis noches en busca de ese sueño

Que quisiera repitiese para siempre

El azar de mi cerebro

 

                           Madrid   septiembre de 2013

martes, 17 de septiembre de 2013

Si pudiera...


Si pudiera bordear
La vereda imposible de ese arce
De mi futura y ya corta existencia

Y mañanear

De nuevo sin descanso

Con un vespertino manar

De los frutos que entresaco

Del hondo suspiro

De todas mis vivencias

Tal vez me sería posible

Deciros algo:


Viví como pude o como me dejaron
 
Pero mis hojas si están marchitas

Es sólo por las horas transcurridas

No porque me hayan doblegado

Ni los siempre terribles preceptos

Ni su urdimbre desde el principio ya tejida

Ni los falsos y obscuros mandamientos


                      Madrid  septiembre  2013

 

domingo, 28 de abril de 2013

Pepito

Pepito es un pequeño vecino mío muy simpático. Me gusta charlar con él y verle reír y gritar entusiasmado cuando jugamos juntos.
Inunda todo con su gracia infantil – ocho años – y con su alegría e inocencia me hace olvidar todas mis preocupaciones.
Qué gozo verle correr hacia mí y oírle chillar con su vocecilla aflautada:
“Ven, estoy jugando a los indios. Allí está mi campamento. Tenemos que asaltar el fuerte”
…y pone una cara de pillo y guiñándome un ojo y sonriendo me dice:
“El fuerte es donde está mamá. Tenemos que quitarle las municiones.”

Otros días Pepito me pregunta entristecido:
“¿Qué te pasa esta tarde que traes cara de mal genio?” – y empinándose y con cara de hombrecito me dice en tono confidencial:
“Anda, cuéntale a tu amigo lo que hoy te pasa, porque tú y yo somos amigos de verdad ¿no?”
Y me escucha sentado, quietecito, con sus ojazos fijos atendiéndome en silencio.
Y yo comienzo a hablar y hablar y le cuento mis problemas y mis dudas y desahogo mi pecho contándole todo lo que me preocupa.
Él no me entiende muchas veces, otras le parecen tontos mis cuidados, pero siempre, siempre permanece serio y callado escuchando, olvidado de sus juegos.
Sí, Pepito es, sin duda, mi mejor confidente. He llegado a tomarle mucho afecto y muchas veces le admiro. Admiro su inocencia y candidez, su nobleza y su salero.
Hemos pasado muchas tardes juntos y hemos llegado a ser – como él dice – dos buenos amigos.
Pero Pepito va creciendo y pronto será un muchacho, pronto será mayor y… ya no podré confiarle mis secretos.
Por eso hace unos días le dije a mi amiguito:
“Quisiera que siempre fueras un niño, quisiera que siempre siguieras igual y que siempre fuéramos amigos. Pero pronto serás un hombrecito … y ya no jugaremos a indios ni vendremos a Rosales ni tendremos que contarnos ni, quizás, volveremos a vernos.”
Y él se puso muy triste y me dijo muy exaltado, asomándosele las lágrimas, que “él ya no quería ser un hombrecito”.
Me llegó al alma este chiquillo.
Tuve que alegrarle con los juegos y esa tarde reímos juntos como siempre; pero, cuando, ya de noche casi, su madre vino a llevárselo, me dio un abrazo muy fuerte y me dijo Pepito al oído:
“Ya verás cómo no crezco. Ya verás cómo siempre seguiremos jugando y riendo”
Le di un beso muy grande y me fui hacia casa pensando:
“¡Vale mucho este Pepito!”
  
                               Jerez   febrero  1957

martes, 16 de abril de 2013

Díme ¿eres tú ?

Iba yo errante, sin rumbo fijo. A veces caía rendido al borde del camino.
- “¿Para qué continuar? ¿A dónde ir?” - me preguntaba.
Nunca oía la respuesta, pero algo para mí desconocido me hacía proseguir mi incierta marcha.
Ahora sé que ese algo eras tú.
Cuántas veces te he presentido. Cuántas te he necesitado.
Muchas noches, cuando cansado de la monotonía y sinrazón de mi vida, me refugiaba en el sueño, te veía. Sí, te veía llegar y decirme dulcemente: “Búscame, has de encontrarme. Sigue adelante y me hallarás”.
La primera vez que nuestras miradas se cruzaron en la realidad creía que eras un cruel espejismo de mi delirante fantasía.
¡Tantas veces me había engañado!
Aún ahora hay momentos en que me asalta la duda, el temor…y en las noches oscuras cuando ruge el viento y la tierra se estremece, tiemblo de miedo y esa idea me tortura y mi corazón no halla reposo.
Y cuando, como todas las noches vienes a mi lado y me sonríes, no puedo dejar de preguntarte: “Dime, ¿eres tú? ¿Es a ti a quien yo he buscado?”.

 
                                      Madrid  1960

lunes, 15 de abril de 2013

Depresión


                A mis anonadados hijos

 
No quisiera hablaros
Del dolor incurable
Del pájaro reumático
El bosque distingue
La terrible quejumbre
De su lastimero canto

Tampoco deciros
El asco estancado
Del cieno en la charca
Que envidia con rabia
Al arroyo libre
Que no será nunca
Sueños imposibles
De límpidas aguas
Rezuma y barrunta

Quisiera ocultaros
La agonía del árbol
Herido de rayo
Que, hendido y enhiesto, soporta
Ruido de carcomas
Quemazón insomne
Podredumbre ocre

Prefiero callarme
Y sufrir en silencio mi pena
Cual si fuera un hombre

 
     Madrid   diciembre de 1986

sábado, 13 de abril de 2013

Cuento no sólo infantil


Érase una mañana azul y blanca. Érase una niña morena y chiquita. Y a su lado, un corazón rebosante de cariño. Ocurrió entonces el milagro de los tiempos – el milagro de toda hora – y la niña se enamoró del corazón (él ya lo estaba).

Por aquellas fechas una terrible máquina humana irrefrenable púsose en movimiento. Los clarines guerreros resonaron de uno a otro confín.

El corazón marchó a la guerra. Despedida llorosa, frases de consuelo, besos que se esconden, labios que no hablan y después… kilómetros y kilómetros de distancia.

La niña, tejiendo ilusiones, esperaba extasiada su naipe encarnado.

Día tras día, recordaba arrobada los minutos eternos de su felicidad pasada. Hora tras hora, miraba impaciente la línea borrosa de su horizonte soñado.

Y llegó el otoño. Cansados ya los pájaros de cantar insistentes el amor por ellos vistos volaron a ocultar sus alas de los fríos.

Las hojas de los árboles, alegres compañeras de la niña, también se fueron despidiendo. Una a una  cayó de sus ramas y, en su fugaz vuelo, antes de enterrarse, le enviaron un beso.

 

 

En el otro mundo lloraba aún con sangre el corazón casi blanco. Hilillos de agua rosada corrían por sus tubos viejos y oxidados.

Pero de vez en cuando, algunas pompas muertas al momento, traían a su aurícula la vívida imagen de su amada niña.

Volvían sus colores, potente y muy fuerte, vibraba de nuevo su pequeña máquina.

¡Amor, amor, amor! Cantaban sus venas.

¡Amor! Gritaba su alma.

¿Acaso os extraña? ¿Es que no sabéis que también existen corazones con alma?

 

Acabó ya el cuento. El telón cayó. Ladino el poeta, sin saber el final nos dejó.

 
Mas venid conmigo
Y entre bastidores
Oiremos los últimos sones
De esta corta función

¿Conocéis las hadas?
¿Sabéis lo que son?
Pues aquella es una
Buena y cariñosa
Que, conocedora del triste destino
Que trazó el camino
De sus desconsuelos,
Curiosa y amable
Ved cómo pregunta
A la niña bella
Sus cuitas o penas;
Ved cómo la seca
Con su pañuelito
Sus lágrimas–perlas.

¿Y los ruiseñores
Sabéis lo que son?
¿Acaso ignoráis que un ruiseñor,
Tan sólo es con alas
Simple corazón?
Pues ved como vuela
Junto a la varita de este hada buena
Alegrando con sus trinos siringes la habitación
Ese pajarillo de dulce color
¿Quizás no os fijasteis en el gran parecido
De este pajarillo y aquel corazón?
Sabed que el buen hada que todo sabía
Prestó dos alitas al viejo y cansado milagro de amor
Y éste, muy pronto, volando raudo y veloz
Cubrió la distancia que le separaba de su linda niña,
Su eterna pasión.


Dejémoslos solos, dejemos que vivan por fin su ilusión.
Callad, de puntillas salid del teatro
Volved al trabajo y a lo cotidiano
Pero que este recuerdo os sirva de algo
Y gracias a este cuento
No volváis nunca, nunca a dudar del amor.


       Jerez de la Frontera, 3 de mayo de 1962

jueves, 4 de abril de 2013

En el pueblo

He conocido ayer a Inocencio
El tonto de mi pueblo
No, no quería decir eso
¡Qué torpe soy!
¡Qué mal me expreso!
Conocerle, le conocía de siempre,
Desde que éramos pequeños
Y ya han pasado, ¡ay!, bastantes años
Desde aquel conocimiento
Quise decir que ayer
Él y yo estuvimos charlando y riendo
Como dos viejos amigos
En la taberna de Diego
Y pasamos casi tres horas
Hablando y conociéndonos
No creáis que el diálogo fue simple
O que ni siquiera eso
Sino que fue un monólogo mío
Docto y circunspecto
Y que él sólo asentía
Con su sonrisa boba y su mirada ida
A todos mis asertos
No, no, él también me dijo muchas cosas
A veces a trompicones
Otras con confianza y denuedo
Y yo le escuchaba embobado
Absorto y mudo
Sin apenas creérmelo
Fue entonces
Cuando me di cuenta
Sorprendido y hasta con miedo
Que Inocencio
Aparentemente tan corto y tan lelo
Era mucho más coherente
Más sincero y más bueno
Que el engreído que os cuenta
Lo que le sucedió en el pueblo

 

      …………….

 

Y regresé a la ciudad
Donde me vivo en suspenso
Sin rigor, aplomo ni concierto,
Pensando que mi vida es circular
Careciendo de centro
Y que me da cien vueltas
El santo de Inocencio

 

Madrid   Noviembre 2000

lunes, 25 de marzo de 2013

Pensamientos en libertad en Palamós



La torre quisiera ser gaviota
Para besar el mar
Y jugar entre las olas
 
                ……

Aguafuerte de turistas
Palabras entrecruzadas
De lejos viene calmado
El dulce son de la sardana

    
     ……

 
La barca duerme en la arena
Sus ansias de mar abierta
Mi alma palpita en sueños
Surcos de suave estela

 
       …..

 
Ciudad de manos abiertas
Cuerpo liso y alma clara
Entre las gafas de sol
Tú misma te ves extraña

 
       .….

 
Paisaje de pescadores
A la orilla del mar
Canto mi montaña
Mientras tienden sus redes
Sobre la arena dorada

 
Palamós   agosto 1964

martes, 19 de marzo de 2013

El álbum de la nostalgia

Recuerdo un álbum de cromos que en mi infancia redondeó mis ojos de vuelos de colores.

Diminutos colibríes, papagayos del trópico, somormujos altivos de cabeza coronada, plumas y nombres sonoros, penetraron por mis pupilas de niño dando en aquellas páginas de aves, pista de despegue a mis volátiles fantasías.

Ha pasado una treintena de años.

Hoy, mis hijos navegan sus vuelos de esperanza bajo el cobijo inexperto de mis desmitificadas realidades.

Y sé que el colibrí existe y flota ciertamente en el aire mientras liba y que vocean estruendosos los loros en la selva lujuriante, sin milagro; y he visto el cisne de cuello negro paseando majestuoso sobre su lecho lacustre en las lejanas tierras del paisaje chileno.

Pero sé también que la fábula de sus vuelos, sus cantos y sus fascinantes alas destiláronse en mi frente, sedimentando hermosas pero definidas concreciones.

Y una nostalgia, entre piadosa y amarga, contempla las estampas que coleccionan  hoy mis hijos y remueve el recuerdo de aquel álbum de pastas azules de donde manaron algunos de mis mundos sin retorno.

Y del niño que fui, ya irrepetible, una lágrima sigilosa y salobre se evapora en el aire de esta noche insomne mezclada con el humo caprichoso del cigarrillo real que expira por mi boca.
 
                    Madrid   6 marzo de 1977

 

 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Yo sé que una tarde de junio
Estabas sola y melancólica
Tenías quince años
Un anhelo de amor inconcreto
Recorría tu pecho
Y el mundo te parecía burdo
Inhóspito y pequeño

 
El calor y la abulia
De aquel día
Cercenaba tus ansias
Y una vana espiral de derrota
Te impedía encontrar
Tu camino de paz y de gloria
Sólo una ciega impotencia
Rodeándote de dolor y de hastío
Ahogaba tu mente esa tarde

 
Tenías quince años
Y tu universo adolescente
Ante el muro funesto y terrible
De tu afán impaciente
Parecía naufragar
Sucumbiendo

 
¡Ay! Orgulloso y torpe deseo
De abarcar siempre lo imposible

 
Todavía, a veces,
-Como yo-
Sigues intentándolo

                  
                         Madrid     1992

viernes, 8 de marzo de 2013

Nochevieja en Magoría

A Canti y Gobinda, posaderos que me acogieron cuando, peregrino de amor y compañías, fui a Pirineos.
 


I

 
Se mueve la leña
Crepita
Lanza duendes rojos
Se agita
Tomás juguetea
Se irrita
Muerde un leño seco
Musita

 

II

 
Y el jazmín se expande
Errático
Endulzando el mundo
Dogmático
Que busca verdades
Fanático
Insensible al bosque
Hierático

 

III

 
Mansa cae la nieve
Afuera
Blanqueando el valle
Que espera
Cuentos donde Enrique
Refiera
La historia del “bolo”
La fiera

 

IV

 
Las tres eran tres
Mis hijas
Revoloteando
No fijas
Te acercan el plato que elijas
Mientras dulces sueños
Cobijas

 

V

 
Aguacate y sidra
Turrón
Cháchara y sonrisas
Balcón
De mil años nuevos
Canción
Entre corazones
Telón


              Ansó      Enero 1986