sábado, 13 de abril de 2013

Cuento no sólo infantil


Érase una mañana azul y blanca. Érase una niña morena y chiquita. Y a su lado, un corazón rebosante de cariño. Ocurrió entonces el milagro de los tiempos – el milagro de toda hora – y la niña se enamoró del corazón (él ya lo estaba).

Por aquellas fechas una terrible máquina humana irrefrenable púsose en movimiento. Los clarines guerreros resonaron de uno a otro confín.

El corazón marchó a la guerra. Despedida llorosa, frases de consuelo, besos que se esconden, labios que no hablan y después… kilómetros y kilómetros de distancia.

La niña, tejiendo ilusiones, esperaba extasiada su naipe encarnado.

Día tras día, recordaba arrobada los minutos eternos de su felicidad pasada. Hora tras hora, miraba impaciente la línea borrosa de su horizonte soñado.

Y llegó el otoño. Cansados ya los pájaros de cantar insistentes el amor por ellos vistos volaron a ocultar sus alas de los fríos.

Las hojas de los árboles, alegres compañeras de la niña, también se fueron despidiendo. Una a una  cayó de sus ramas y, en su fugaz vuelo, antes de enterrarse, le enviaron un beso.

 

 

En el otro mundo lloraba aún con sangre el corazón casi blanco. Hilillos de agua rosada corrían por sus tubos viejos y oxidados.

Pero de vez en cuando, algunas pompas muertas al momento, traían a su aurícula la vívida imagen de su amada niña.

Volvían sus colores, potente y muy fuerte, vibraba de nuevo su pequeña máquina.

¡Amor, amor, amor! Cantaban sus venas.

¡Amor! Gritaba su alma.

¿Acaso os extraña? ¿Es que no sabéis que también existen corazones con alma?

 

Acabó ya el cuento. El telón cayó. Ladino el poeta, sin saber el final nos dejó.

 
Mas venid conmigo
Y entre bastidores
Oiremos los últimos sones
De esta corta función

¿Conocéis las hadas?
¿Sabéis lo que son?
Pues aquella es una
Buena y cariñosa
Que, conocedora del triste destino
Que trazó el camino
De sus desconsuelos,
Curiosa y amable
Ved cómo pregunta
A la niña bella
Sus cuitas o penas;
Ved cómo la seca
Con su pañuelito
Sus lágrimas–perlas.

¿Y los ruiseñores
Sabéis lo que son?
¿Acaso ignoráis que un ruiseñor,
Tan sólo es con alas
Simple corazón?
Pues ved como vuela
Junto a la varita de este hada buena
Alegrando con sus trinos siringes la habitación
Ese pajarillo de dulce color
¿Quizás no os fijasteis en el gran parecido
De este pajarillo y aquel corazón?
Sabed que el buen hada que todo sabía
Prestó dos alitas al viejo y cansado milagro de amor
Y éste, muy pronto, volando raudo y veloz
Cubrió la distancia que le separaba de su linda niña,
Su eterna pasión.


Dejémoslos solos, dejemos que vivan por fin su ilusión.
Callad, de puntillas salid del teatro
Volved al trabajo y a lo cotidiano
Pero que este recuerdo os sirva de algo
Y gracias a este cuento
No volváis nunca, nunca a dudar del amor.


       Jerez de la Frontera, 3 de mayo de 1962

1 comentario:

  1. Es la fuerza más grande de este mundo...
    Un gran cuento abuelo!! Besos!

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