miércoles, 13 de marzo de 2013

Yo sé que una tarde de junio
Estabas sola y melancólica
Tenías quince años
Un anhelo de amor inconcreto
Recorría tu pecho
Y el mundo te parecía burdo
Inhóspito y pequeño

 
El calor y la abulia
De aquel día
Cercenaba tus ansias
Y una vana espiral de derrota
Te impedía encontrar
Tu camino de paz y de gloria
Sólo una ciega impotencia
Rodeándote de dolor y de hastío
Ahogaba tu mente esa tarde

 
Tenías quince años
Y tu universo adolescente
Ante el muro funesto y terrible
De tu afán impaciente
Parecía naufragar
Sucumbiendo

 
¡Ay! Orgulloso y torpe deseo
De abarcar siempre lo imposible

 
Todavía, a veces,
-Como yo-
Sigues intentándolo

                  
                         Madrid     1992

1 comentario:

  1. Nunca dejamos de ser niños. Me encanta el poema abuelo, siempre me voy con buen sabor de boca de tu blog

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