Estabas sola y melancólica
Tenías quince años
Un anhelo de amor inconcreto
Recorría tu pecho
Y el mundo te parecía burdo
Inhóspito y pequeño
De aquel día
Cercenaba tus ansias
Y una vana espiral de derrota
Te impedía encontrar
Tu camino de paz y de gloria
Sólo una ciega impotencia
Rodeándote de dolor y de hastío
Ahogaba tu mente esa tarde
Y tu universo adolescente
Ante el muro funesto y terrible
De tu afán impaciente
Parecía naufragar
Sucumbiendo
De abarcar siempre lo imposible
-Como yo-
Sigues intentándolo
Nunca dejamos de ser niños. Me encanta el poema abuelo, siempre me voy con buen sabor de boca de tu blog
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