jueves, 29 de diciembre de 2011

Huye recuerdo



 
                                    A mi padre

Amarillo de abeja,
Cirio apagado, vencido,
Roca viva muriente,
Vete.
Que tu ceniza vuele grises planetas
Que la sombra eterna tu soplo acoja
Que tu alma neta, sola navegue;
Pero tápame tu cara amarilla,
Preludio de tu muerte.
Deja que guarde tus blancos dientes,
Deja que escuche tu risa fresca, tu gruesa boca, tu voz caliente.
Deja que grite y llore tu piel entera,
Tu cuerpo sano, tu humor valiente.
Puedo ver tus arrugas,
Tu andar cansado, tu triste suerte;
Pero tápame tu cara amarilla,
       Tortura de mis sienes.


Jerez, Agosto 1961

lunes, 26 de diciembre de 2011

El día que me muera









El día que me muera
Seguirán los pájaros cantando
Y al llegar la primavera,
El amor y las caricias,
De nuevo y como siempre,
Alegrarán el alma de la tierra.

El día que me muera
Un soplo de aire límpido
Entrará por la ventana abierta
Y aventará las lágrimas
Que manen de los ojos
De todo el que me quiera.

El día que me muera
Los árboles enhiestos verán impávidos
Mi marcha de esta tierra
Y tú, mi bien amada,
Contemplarás mi partida,
Sosegada, serena, circunspecta.

El día que me muera
Anochecerá como siempre
Y puede que la luna llena
Alumbre en el campo abierto
Las pequeñas huellas de mis pasos
Borrándose de esta eterna senda.



 

viernes, 23 de diciembre de 2011

A mi nieto Alberto

Escribir, hacer poesías,
Es intentar tocar el cielo
Con palabras que brotan del alma
Buscando...
La nube rosada que habita en tu pecho
La boca entreabierta que sueñas despierto
La suave piel que existe seguro
El bosque encantado poblado de musgo
El beso robado que todavía no diste
La lluvia mansa sobre el estanque triste
El rugir de la fiera que llevas oculta
El manar de la herida que ya no soportas
El sentirte impotente ante tus deseos
Siempre insatisfechos
Y es entonces cuando tus palabras
Espontáneas pero muy pensadas
Brotan en tropel
Y, poco a poco, las escribes en un trozo de papel

Y las lees y relees hasta que te sosiegas
Y esperas a la próxima vez.


jueves, 15 de diciembre de 2011

La luna del poeta

Sin buscarla,
He encontrado la luna del poeta.
El zumo de unos labios,
Las lágrimas de unos ojos,
O el vuelo de una alondra
Tejían la seda de mis sueños.
La luna del poeta,
Serena y fría,
Aguardaba su noche,
Plena de melancolía.
Y mi alma anhelaba
La caricia sin alma
De su mano helada.
Mas mi cuerpo presentía
El vacío del árbol
Dormido en invierno.

No, yo no la busqué.

Cuando aquellos labios
Cuando aquellos ojos
Se tornaron secos;
Cuando, muda e inmóvil
La alondra fue vencida
Rasgándome mis sueños,
Un velo de plata
Inerte, sin fuego,
Bordó las heridas de los crisantemos
Y ciñó mis sienes de espinas y versos
Trocando mi vida
En llanto y poesía.

No, yo no la busqué.

Fue la luna del poeta
Quien, serena y fría,
Me envolvió en su noche
Plena de melancolía.