Que asolaba mis montes y mi techo
Madre feraz para el agreste helecho
Mas ardua senda de mi fe cansada
Eternos campos grises donde nada
Servía a mi alma triste como lecho
Eternos campos grises en barbecho
Donde yo esperé en vano tu llamada
Te busco. Sí, te busco y no te encuentro
Mil ideas sembraste con mi vida
Y en mis campos la duda llevo dentro
Mas el tiempo me arrastró en su avenida
Y desde entonces ya no eres mi centro
¡Quedó así mi alma siempre ensombrecida!
No sabía de la existencia de este poema. Es muy muy bueno abuelo. Espero que en algún momento recuperes el hogar de tu alma, aunque sea en este pequeño blog que me sirve a mí para aprender todos los días que te leo. Me ha encantado, aunque como casi siempre, es desgarrador.
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