sábado, 23 de junio de 2012

Triste amanecer


He dormido en el refugio de los pastores.
De madrugada entre estrellas
Anduve por la vereda que asciende
Hacia el collado de los tejones
Para ver desde allí el sol naciente
Y volver a enamorarme de sus colores.
Esos amarillos anaranjados
De las primeras luces según clarea
Que tantas veces hemos visto
Juntos  cuando lo estábamos
Han sido compañeros y testigos
De nuestros ya marchitos amores.
No puedo soportar que se acabaran
Que mi único amanecer sea el del sol
Todas las mañanas; pero sin tu presencia.
Todo, todo me lleva a ti por cualquier senda
Y no puedo ni quiero conformarme
Con la iluminación terrible de tu ausencia.


                           Madrid   junio de 2012

1 comentario:

  1. De las paradojas más bonitas y tiernas que he leído abuelo. Me encantaría conocer el paisaje del collado y las veredas que tantas veces describes aquí.

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