sábado, 25 de agosto de 2018



                                                         
                A sus hijas Marina e Irene, 
                mis coleguitas de poemas
         

          El arrayán 

Se nos murió una madrugada
Lejos de mi casa
Me había dicho que creía
En reencarnaciones profanas
Quizá sea el arrayán que miro
Desde el alféizar de mi ventana
Un día y otro día
Todas las mañanas
Esa mata de mirto tan cercana
De ella me habla y me canta
Igual que aquellas montañas
Donde estaba refugiada
En la serranía asturiana
Nada más que me despierto
Mi primera mirada
Es para esa silvestre planta
Y así se apacigua mi alma


            Miramar 25 de agosto de 2018

2 comentarios:

  1. Papá he leído la poesía y me he emocionado de manera inminente. Qué dura y qué bonita a la vez. Me encanta lo que dices. A Conchi le habría encantado, y sobre todo el saber que piensas en ella cada mañana. Te quiero y gracias

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  2. Le habría encantado, sin duda! A nosotros nos ha emocionado. Un beso mañanero y esperando tu vuelta!

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