EL TEJÓN
En un bosque de hayas y robles había un grupo de
tejones amigos que no les gustaba que se acercaran otros tejones a su
territorio. Por eso, con sus heces y su orina señalaban el terreno por donde
pasaban como hacen los perros.
Don hocico era el jefe de la manada y con su pareja
doña rayada todos los años tenían una camada de cuatro o cinco tejones jóvenes
( Por cierto que nacen ciegos y sin pelo pero son cuidados por su madre que los amamanta y asea en la
tejonera ).
Aquí quería llegar, queridas nietas, porque las tejoneras, que los
tejones escarban con su hocico, están consideradas como las catedrales del
reino animal. Las hay con centenares de metros y lo más asombroso con varios
siglos de existencia pues los tejones las van cediendo a sus hijos dominantes
de generación en generación.
Es difícil ver a los tejones pues sólo salen al
anochecer y eso siempre que no haya mucha luz de luna, pero existen en la fauna
española aunque estén algo amenazados de extinción.
Y lo que también se ha extinguido es este cuento
sobre los tejones y sus madrigueras; ya no cabe ni el colorín colorado.