viernes, 24 de febrero de 2012









Torcida llevo mi besana
Por salvar de la reja una amapola,
Un cantueso, un tomillo, unas retamas.
Preciso de la espiga ineludible,
Pero ignoro, libre,
El silo, la yunta y los arreos.
Creo,
Con mi espíritu pobre,
En la riqueza anárquica
Del deseo.
Prefiero la boca que besa a la que engulle,
El aire sin condiciones,
La escritura de torcidos renglones,
Mares sin puertos,
Placeres inciertos,
Dudas continuas
Y esas formas de vivir confusas y ambiguas.
Desde que nací
Combato
El firme entramado
De preceptos y urdimbres,
De mentes dogmáticas,
Litúrgicas,
Incólumes,
Hieráticas,
Que no conocen la dicha del azar
Ni la humildad.
Y pierdo en mi pelea.
Pierdo una y otra vez
Frente a los dueños del rebaño;
Pero sigo
Y seguiré mientras pueda,
Triscando en el monte altivo
De mi invencible libertad.



Madrid octubre 1981

3 comentarios:

  1. Ya te dije tiempo ha, que el nombre del segundo mástil del barco, tras el palo mayor es la mesana, con eme.

    Por otro lado, me gustaría ver si nos vemos, un día de estos si quieres a mediodía, ya te lo dije en la anterior entrada (en tres entregas) de tu luna del poeta, en la que parezco el único comentarista.

    Un beso al autor, y abrazos a todos los lectores

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  2. Me encanta poder leerte. Enhorabuena por lo de ser abuelo otra vez.

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  3. Ese abuelo luchador!!
    Que sepas que me uno a tu voluntad libre de salvar a las amapolas y a abrir las mentes "litúrgicas".
    Un beso de tu nieto

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