Perseguía los colores de tu pelo
Como niños de coral jugábamos
Éramos sólo de agua y de lucero
Rompió luego su máscara la tierra
Arrolló el amor surgió el deseo
Y al besar los rincones escondidos
Sorprendimos con dicha mas con miedo
El placer de las horas prohibidas
El sabor agridulce del veneno
Tembló un momento
En la alameda el cielo
Pero el sol
Nuestro eterno compañero
Robándole razones a la sombra
Nos bañó con aroma de cantueso
Hoy reyes del instante y de la vida
Bebemos el licor de nuestras viñas
Y el clamor venturoso de los besos
De nuevo arrulla ya en su nido
El cantar de dos niños sin recelo
Palamós 17 de enero de 1962